jueves, 19 de mayo de 2011

Sobre la suerte



No existe nadie que, sin suerte, pueda triunfar.


Ya puede uno tener el cerebro de Einstein, la sagacidad de Barney Baruch y la prudencia de Platón, que si el hada Fortuna no nos da el empujoncito, igual dará que nos encerremos en nuestra habitación y abramos la espita del gas.
No soy el primero que opina de esta manera.Algo parecido dijo Schopenhauer durante una cacería de jabalíes en la Selva Negra.
Que yo sepa, no hay una palabra de verdad en la afirmación que acabo de hacer (me refiero a lo de Schopenhauer), pero, de este modo, parece que me siento más respaldado.
Con esos malditos rusos llenando la atmósfera de cuerpos extraños, no hay quien tenga tiempo de comprobar la veracidad de lo que diga cualquiera, sobre cualquier cosa.
Y ahora que parece que hemos desenredado esta disgresiva introducción, nos referimos a la suerte y al papel que desempeña en el éxito.
Si, además de tener suerte, se da la circunstancia de que uno tiene talento, la cosa, entonces, es coser y cantar.
El mundo acudirá en masa a la puerta de nuestra casa, para comprarnos lo que queramos venderle, aunque sean ratoneras.
Hace algunos años, William Shakespeare quiso decir algo parecido cuando escribió: “Existe un flujo en los negocios de los hombres, que, llevado por la
corriente, conduce a la fortuna”.
Esto puede resumirse diciendo que hay que situarse en el lugar preciso y en el momento oportuno, y que, además, si es posible, hay que arrimar el ascua a la propia sardina.

Título original: Memoirs of a Mangy Lover
Título en español: Memorias de un amante sarnoso
Título en portugués: Memórias de un Pinga-Amor (que finos ellos)
Quinta Parte: La filosofía Marxista, según Groucho
Sobre la suerte
(extracto)
Año de publicación: 1963

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