Para triunfar con límpido brillo en el oficio de la ciencia ficción,
recurre a la jerga de las ciencias (aunque sólo te suene a jerigonza).
Habla del espacio, de galaxias y de falacias teserácticas
en estilo místico y agudo;
el aficionado, aunque no entienda un bledo, te lo exige
con blanda sonrisa y esperanza.
Y el aficionado dirá
mientras tú por tu espacial senda andarás:
si ese joven vuela por toda la galaxia,
qué tipo de hombre tan imaginativo ha de ser ese tipo de hombre.
No hay misterio en el éxito: desempolva tus libros de historia.
Un imperio que otrora fue romano encaja en la estrellada Vía Láctea.
Con hiperespacial impulso surcará los parsecs,
y armarás una trama sin mayor trajín
si espigas las obras de
Edward Gibbon y de Tucídides el griego.
Y el aficionado dirá
mientras tú por tu reflexiva senda andarás:
si ese joven conoce tanta historia,
qué alto ha de ser su alto cociente de inteligencia.
Borra todo pensamiento lujurioso de la mente cavilosa de tu héroe.
Que cultive la política y la argucia y se ciegue a todo lo demás.
Le basta con haber tenido la madre, las demás mujeres sólo estorban,
a pesar de sus joyas y sus lustres.
Sólo lo distraen de sus sueños y le impiden
consagrarse a esa psicohistoria.
Y el aficionado dirá
mientras tú por tu estrecha senda andarás:
si todo es masculino en sus relatos,
qué casto ha de ser ese joven puro y casto.
Isaac Asimov
Cuentos completos I (The Complete Stories, Volume I)
3ª reimpresión: enero 2012
Ediciones B (Zeta Bolsillo)
Pág. 61-62
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