domingo, 4 de diciembre de 2011

La piel que habito



Si tuviera que definir la película con una palabra ésta sería perturbadora.

Hacía mucho que no veía una peli de Almodóvar en el cine y ésta me apetecía especialmente. Ha tardado un pelín en llegar a las salas portuguesas, pero al final he podido disfrutarla en pantalla grande. Comentar que cuando acabó la película se dió una situación que experimento pocas veces en las salas, la gente no se levantó inmediatamente; nos quedamos sentados, digiriendo con pausa lo que acabábamos de ver. Esta película no es fácil, remueve las entrañas con su oscura y kafkiana historia.



Por suerte, todos los actores están soberbios; desde la joven y hermosa Blanca Suárez hasta las maduras y profundas Marisa Paredes (llenando la pantalla) y Susi Sánchez (en un papel pequeño pero intenso).



De los protagonistas ya todo se ha dicho: Antonio Banderas nos da un personaje que en su contención y correcta postura refleja la mirada de un loco inteligente y Elena Anaya se nos presenta precisa y frágil, un juguete encerrado en su jaula que no tiene claro como escapar o lo que hacer si lo consigue.



El punto más almodovariano de la película es, sin duda el personaje de Roberto Álamo, ese disfraz y el acento pseudobrasileño se hacen complicados de digerir dentro de la historia, pero él es el punto de inflexión en la historia, el que nos ayuda a descubrir los oscuros secretos que ya intuíamos en el resto de personajes.

Destacar el trabajo del músico Alberto Iglesias; la música de la película, sobre todo ese maravilloso violín que es un recurso que se repite, es sencillamente fantástica.

Por cierto, me ha gustado, como gallega, reconocer detalles de nuestra cerámica en la mesa y ver las calles de Santiago. Intuyo que esos maravillosos pazos que se ven serán también nuestros, si alguien sabe reconocerlos, porfa, que me lo haga saber.

Imágenes web oficial

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