miércoles, 27 de abril de 2011

Máquinas de escribir

Vía Microsiervos leo que ha cerrado Godrej and Boyce, compañía que tenía su sede de producción en Mumbai, India y que ha sido la última productora de máquinas de escribir del mundo. Se cierra una era.

Aprendí a mecanografiar en una Olivetti negra, no recuerdo el modelo pero sí que mis pequeños meñiques se colaban en los huecos entre las teclas, lo que me obligaba a mantenerlos en tensión y a pulsar muy fuerte. Cuando me pasé al ordenador personal esta costumbre provocó un grave problema, cada vez que escribía una "a" o una "ñ" lo que aparecía en la pantalla era esto: aaaaaaaaaa, ñññññññññ.

Fue en esos primeros tiempos donde me acostumbré a espaciar sólo con el pulgar de la mano derecha, costumbre que aún mantengo y hace que mi pulgar izquierdo tenga muy poco trabajo en el portátil. Recuerdo que me sentaba frente al televisor, mirando la pantalla e intentando transcribir lo que iba oyendo. Resultó ser una forma de aprendizaje efectiva, mantengo una velocidad más que aceptable en mi tecleo diario.



Ahora dispongo de una Hermes 3000 con tapa y un extraño color verde. No funciona a la perfección ya que el marcado de márgenes de escritura se atora, lo que hace que tenga que apretar muy a menudo una de las clavijas internas; aún así aún me siento frente a ella de vez en cuando para hacerla sonar con su clac clac.

Siempre he pensado que escribir en este tipo de máquinas inspira, el sonido se vuelve algo monótono, ayuda a aislarse del resto del mundo y a concentrarse en el papel. Por eso aún ocupa un lugar especial dentro del salón.



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